Dentro no dejan hacer fotos, los mosqueos que se agarran los dueños si te pillan son antológicos, esto no lo sabía, porque hace 10 años no había móviles con cámara
Aquí el gato, toda una institución y dueño real del lugar, en la puerta, decidiendo quien pasa y quien no puede hacerlo.
Una vez dentro el olor a vino de Jerez y a madera de barril se mete hasta el fondo de los huesos. El local es de madera, y no ha cambiado en el siglo de vida que tiene. Solo se puede pedir vino (Manzanilla, Fino, Amontillado, Oloroso o Palo Cortado) ni copas, ni refrescos, solo vino, a 2 euros la copa. Con unas aceitunas muy bien aliñadas de regalo.
La cuenta la hace el camarero con una tiza sobre la barra de madera y no acepta propinas, ni se te ocurra intentarlo..
Para picar algo hay embutidos, la estrella del local es la mojama, acompañada de picos.
El gato se puso en el mueble de enfrente a mirar que hacíamos…
Luego unos guiris se pusieron a hablar con nosotros y nos contaron que llegaron allí porque leyeron un artículo del New York Times donde hablaban sobre Hemingway, y en el que comentaban que era el lugar preferido del escritor para tomar algo y pensar… Y no me extraña, una maravilla anclada en el tiempo.
Por curiosidad he buscado el artículo y aquí está:
#1 por Aquileana el May 17, 2014 - 09:45
Se siente el aroma añejo… Gran fotografía, altamente evocativa,
Daludos, Aquileana 😛